El músculo cardíaco, principal componente del corazón, es históricamente la máxima autoridad del cuerpo humano, y es que se le responsabiliza de enormidades; es la máquina vital motriz por excelencia, generador de la bondad y el amor, príncipe y villano de historias de amor y terror; el objeto de la admiración de filántropos, médicos y, por supuesto, cardiólogos; gran actor en la historia de cada deportista…
Los que gusten de correr, habrán experimentado que, cuando las reservas se han agotado, la fatiga es insoportable y parece que todo está perdido, el corazón saca, de no sé dónde, no sé qué cosa, que nos ayuda a seguir.
Quien haya sentido en su ser el gozo de iniciar y finalizar con éxito alguna carrera o cualquier otra competencia deportiva, no me dejará mentir (menos aún los que tienen en su cuello el galardón de un medio maratón o, de la contienda completa, los 42,195 metros más gloriosamente atravesados en esta tierra); vivir una fiesta deportiva es una explosión, mezcla de emancipación, satisfacción, poder y grandeza, en simultáneo con extenuación, angustia, terror y dolor.
El corazón, en sentido literal y metafórico, acompaña al corredor en los caminos, es compañero de todas sus batallas; en ello reside la razón de la autora de este blog para presentarse con estas líneas, por el aprecio inconmensurable al deporte y dentro de este, a correr y a las disciplinas cuyo objeto de estudio es el corazón.
Compartir algunas entradas con la finalidad de explicar, aclarar y enriquecer el conocimiento sobre distintos deportes, el arte de correr y su relación con salud cardiovascular y de otros sistemas, es la intención con este blog dedicado a todos los corazones y, en especial, al corazón de corredor…
¡Espero lo disfruten!
